Tengo dolor, ¿tengo Vaginismo? | Plenus

Tengo dolor, ¿tengo Vaginismo?

Tengo dolor, ¿tengo Vaginismo?

Trastorno sexual por dolor: Vaginismo 

El Vaginismo es la extrema dificultad para lograr la penetración vaginal debido a la contracción involuntaria y espasmódica de la musculatura lisa del tracto vaginal y del piso pélvico.

Implica un problema que puede afectar la salud sexual y reproductiva de la mujer. Genera una gran dificultad o imposibilidad de llevar a cabo los exámenes ginecológicos, como la exploración vaginal digital, el papanicolaou, la colposcopia, etc., siendo un importante obstáculo para la prevención y tratamiento de las afecciones del aparato reproductor, así como llevar a cabo relaciones sexuales coitales satisfactorias y lograr la reproducción.

Desde nuestra experiencia clínica compartimos los datos de las investigaciones de Masters y Johnson (1970), donde el vaginismo afectaría entre un 2 y 3% de las mujeres en general y al 10% de las que consultan por problemas sexuales.

Singer Kaplan (1974), define el vaginismo como «un espasmo involuntario de los músculos que rodean la entrada vaginal, específicamente del esfínter de la vagina y del elevador del ano, que se produce siempre que se intenta la introducción del pene o de cualquier objeto en el orificio vaginal, haciendo imposible el coito e incluso requiriendo anestesia en el examen vaginal”. Por ello se considera al vaginismo como causa frecuente del «matrimonio no consumado».

Es muy importante la repercusión sobre la autoestima de la mujer, ya que si bien puede desarrollar otras prácticas sexuales no coitales con gran placer y satisfacción, no consigue “consumar” el acto sexual. Esto le suele generar la sensación de no llevar a cabo una vida sexual “normal”, sintiéndose una mujer “incompleta” o “fallada”.

 

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¿Por qué me duele, por qué no puedo ser penetrada?

Esta disfunción no afecta la respuesta sexual de la mujer, ya que suele sentir buen deseo sexual, excitarse y lubricarse adecuadamente, logrando el orgasmo sin problema. 

Pero al momento de intentar el coito suele experimentar ansiedad anticipatoria, desencadenándose de forma involuntaria contracciones espasmódicas, reflejas, de los músculos pubocoxígeos, que envuelven el tercio externo vaginal, cerrando el conducto con gran tensión muscular.

Esta contracción dificulta, hace muy doloroso o imposible que el pene o cualquier objeto (dedo, tampón, espéculo) entre en el orificio vaginal, no pudiéndose concretar el coito. 

Este tipo de reacción desconcierta y frustra mucho a la mujer y a su pareja, ya que ella considera que tiene una actitud positiva y relajada hacia la relación sexual, logrando sentir mucho placer, excitarse y lubricarse, incluso desear experimentar la penetración, intentando colaborar física y mentalmente, y sin embargo, siente que justo cuando se va a intentar el coito se activa una especie de alarma, una ansiedad y tensión muscular que no logra controlar y que impiden llevarlo a cabo. Y si lo intenta tratando de tolerar el dolor, la presión que debe ejercer su pareja con el pene le genera temor a dañarse y terminan desistiendo.

Preocupación, ansiedad y tensión muscular: se traducen en tres signos reconocibles en la consulta ginecológica.

  1. Arqueamiento de la espalda hacia arriba (lordosis), y muchas veces correrse hacia la cabecera de la camilla.
  2. Cierre de piernas (contracción de abductores).
  3. Espasmos involuntarios de la musculatura lisa del tercio externo vaginal y aumento del tono del piso pélvico.

 

Puede haber diferentes situaciones, ya que algunas mujeres logran el examen ginecológico, con leve a moderada incomodidad, también permiten la introducción vaginal del dedo de la pareja, o de ellas mismas, pero les resulta imposible o muy dolorosa la penetración.

Desde el punto de vista ginecológico no existe ninguna alteración orgánica que pueda explicar ese dolor. Sin embargo las mujeres refieren dolor intenso, temor a un dolor insoportable, ansiedad y temor ante el intento o la mera fantasía de la penetración. Explican el dolor con términos de “presión”, “ardor”, “como una pared”, “como si no hubiera agujero”, “temor a lastimarme”, “a que se raje”, “pinchazos”, “puñaladitas”.

Aunque muchas mujeres relatan no haber experimentado dolor alguno, ya que no hay llegado a permitir que el pene entre en contacto con el orificio vaginal. Es decir, que ante el temor de experimentar un dolor imaginado como insoportable, desconocido, incontrolable, evitan el coito, desplegando la misma conducta ante el intento de penetración, ocluyendo la entrada vaginal.

 

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Clasificación del vaginismo:

Leve: cuando la contracción muscular del tercio externo vaginal permite la exploración ginecológica con leve o ninguna dificultad, pudiendo tolerar la introducción de un dedo e incluso una penetración vaginal parcial, del glande y hasta parte del pene, pero no un coito completo, cómodo y satisfactorio. A veces logra la penetración anal sin dificultad.

Moderado: pese a sentir buen nivel de excitación y lubricación, así como darse una erección adecuada, no le es posible lograr la penetración ni la introducción de un dedo, o con mucha dificultad y malestar. La exploración ginecológica puede ser muy difícil y molesta, dada la intensidad de la contracción del músculo del piso pélvico. 

Severo: la incapacidad para ser penetrada va unida a una situación fóbica de rechazo no solo al momento del coito, sino a la estimulación de la vulva, poniendo en juego diversas maniobras de evitación. En la consulta ginecológica se hace imposible o muy dificultoso el examen genital, incluso que la paciente permita la revisión externa vulvar.

El Vaginismo no tiene base orgánica pero resulta o se presume muy doloroso.


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J.Mª. Farré; Mª.G. Lasheras, 2002.

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